En 1920, obreros del sur argentino agrupados en sociedades anarquistas y socialistas resuelven hacer una huelga exigiendo mejoras laborales. Poco después de que el gobierno nacional desconociera los acuerdos firmados con los obreros a través del sindicato, estalla una nueva huelga, seguida por una brutal represión.
Ante la extensión de la huelga, el gobierno de Hipólito Yrigoyen ordenó al teniente coronel Héctor Benigno Varela marchar con la caballería a la zona, y a las fuerzas de la marina ocupar los puertos santacruceños. Varela negoció con los huelguistas, entre quienes se contaron españoles y chilenos. El jefe militar argentino tomó algunas medidas, como la prohibición de la circulación de moneda chilena y logró un acuerdo satisfactorio para los trabajadores.
En mayo de 1921 Varela dejó Santa Cruz. Pero los estancieros no cumplieron con lo pactado entre Varela y los huelguistas, y comenzó a crecer el malestar, alentado por los dirigentes anarquistas, y la huelga volvió a estallar en octubre, con mayor intensidad que el año anterior.
Como en el caso de la huelga anterior, el teniente coronel Varela tuvo en sus manos la solución del problema. Pero esta vez actuó con mano dura. En opinión de Scenna, el drástico cambio en la actitud de Varela -negociadora la primera vez, represiva la segunda- se debió a que en la primera huelga las autoridades argentinas no estuvieron seguras de la injerencia extranjera, en tanto en la segunda sí. El involucramiento chileno en los conflictos de Santa Cruz se produjo entre la primera y la segunda huelga, y este factor explicaría el giro represivo en la actitud de Varela
Ante la extensión de la huelga, el gobierno de Hipólito Yrigoyen ordenó al teniente coronel Héctor Benigno Varela marchar con la caballería a la zona, y a las fuerzas de la marina ocupar los puertos santacruceños. Varela negoció con los huelguistas, entre quienes se contaron españoles y chilenos. El jefe militar argentino tomó algunas medidas, como la prohibición de la circulación de moneda chilena y logró un acuerdo satisfactorio para los trabajadores.
En mayo de 1921 Varela dejó Santa Cruz. Pero los estancieros no cumplieron con lo pactado entre Varela y los huelguistas, y comenzó a crecer el malestar, alentado por los dirigentes anarquistas, y la huelga volvió a estallar en octubre, con mayor intensidad que el año anterior.
Como en el caso de la huelga anterior, el teniente coronel Varela tuvo en sus manos la solución del problema. Pero esta vez actuó con mano dura. En opinión de Scenna, el drástico cambio en la actitud de Varela -negociadora la primera vez, represiva la segunda- se debió a que en la primera huelga las autoridades argentinas no estuvieron seguras de la injerencia extranjera, en tanto en la segunda sí. El involucramiento chileno en los conflictos de Santa Cruz se produjo entre la primera y la segunda huelga, y este factor explicaría el giro represivo en la actitud de Varela
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